Corrida dura la del Conde de la Maza, bien presentada y con unas encornaduras íntegras que dadas las dificultades transmitieron emoción a los tendidos. Hay que destacar la disposición de la terna, que no se amilanó ante los condesos y que por su entrega merecieron mayor reconocimiento.
Rafaelillo sorteó el peor lote, toros que se orientaron, se revolvieron en un palmo de terreno y con los que estovo decidido y solvente.
A Luis Vilches le correspondió el toro de mejor condición, el 5º, un mansurrón que se desplazó con transmisión y con el que tras un brillante inicio de faena dejó algunos buenos muletazos aunque sin terminar de rematar.
Joselillo se entregó al entrar a matar en el 3º saliendo prendido en unos segundos angustiosos, dejando patente su pundonor y honestidad.
Hablamos siempre que en el toreo no se puede dejar pasar el tren, nunca sabes si va a volver.
Luis Vilches debió cuajar al 5º de la tarde, un toro que transmitía emoción a los tendidos, y que él mismo comenzó a torear con gusto en los primeros compases de la faena. Se sucedieron series de calidad intermitente, no siempre limpias, pero que no acabaron de convencer. Aun así si lo mata bien le hubieran pedido la oreja.
Rafaelillo tendría que habérsela dejado puesta al 3º. Bien tapado, se hubiera tragado alguna serie. En el 6º se sucedieron los pases sin alcanzar eco alguno en los tendidos.
Los toros del Conde de la Maza se orientaron pronto y desarrollaron sentido, muy complicados y con pocas virtudes.
Rafaelillo sorteó el peor lote, toros que se orientaron, se revolvieron en un palmo de terreno y con los que estovo decidido y solvente.
A Luis Vilches le correspondió el toro de mejor condición, el 5º, un mansurrón que se desplazó con transmisión y con el que tras un brillante inicio de faena dejó algunos buenos muletazos aunque sin terminar de rematar.
Joselillo se entregó al entrar a matar en el 3º saliendo prendido en unos segundos angustiosos, dejando patente su pundonor y honestidad.
Hablamos siempre que en el toreo no se puede dejar pasar el tren, nunca sabes si va a volver.
Luis Vilches debió cuajar al 5º de la tarde, un toro que transmitía emoción a los tendidos, y que él mismo comenzó a torear con gusto en los primeros compases de la faena. Se sucedieron series de calidad intermitente, no siempre limpias, pero que no acabaron de convencer. Aun así si lo mata bien le hubieran pedido la oreja.
Rafaelillo tendría que habérsela dejado puesta al 3º. Bien tapado, se hubiera tragado alguna serie. En el 6º se sucedieron los pases sin alcanzar eco alguno en los tendidos.
Los toros del Conde de la Maza se orientaron pronto y desarrollaron sentido, muy complicados y con pocas virtudes.
Más información en: http://www.portaltaurino.net/enciclopedia/doku.php/sevilla_200409
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