martes, 13 de enero de 2009

Obituario de D. Guillermo Sena “El Cano”


El Real de la Jara, a 25 de enero de 2008


Nos dejó una mañana de invierno, en plena temporada de lo que ha sido su vida, la caza, y dirigiéndose a lo que más pasión le producía: el perdigón.

A Guillermo se le paró el corazón en la sierra, su sierra, aquella que tantas veces había batido con su rehala. El corazón no le daba tregua, y ya en el pueblo, se le paró definitivamente. Esta vez Guillermo se dirigía a dar un puesto al pájaro, algo que le apasionaba. Pero es sin duda por sus perros, por lo que “El Cano” era sobradamente conocido.

Durante décadas al frente de su rehala, su voz era inconfundible entre los montes. Sabio hombre de campo, conocía umbrías y solanas a la perfección, y lo hacían imprescindible para cualquier montería que tuviera lugar en nuestras sierras. “La Breña”, “La Garganta”, “Juan Cabello”, “La Taracena”, “El Santo”,… Conocía encames, huidas y todos los entresijos de esta modalidad de caza en la que se erigía como una gran personalidad.

Y qué valor tenía en el monte…el corazón ya le había avisado…pero era su vida. No había mancha que se le resistiera, aunque fuese a gatas. Era el primero en llegar a los agarres. ¡¡Qué ejemplo de rehalero!!

Su gran sentido del humor era una de sus principales virtudes, extraordinario conversador…¡¡Hay del montero que fallara un res!! Ahí estaría Guillermo para recordárselo y ser así fuente de inspiración de las bromas de ese día.

Pero ese hombre menudo con voz inconfundible guardaba un gran corazón. Siempre dispuesto a ayudar a los demás, ya sea compartiendo secretos del campo, echando una mano a sus compañeros rehaleros, a sus amigos, o incluso a desconocidos.

La voz de este buen hombre se ha apagado, pero nunca se apagarán sus recuerdos, y el eco de su voz seguirá formando parte del paisaje de nuestras sierras. ¡¡Ahí va el guarrooooo!! ¡¡Ahí va la mocha…!! Cada vez que se escuche una ladra en nuestros montes, no habrá nadie que sea capaz de gritarlo como siempre lo hizo él.

Descanse en Paz un buen hombre, descanse en Paz un buen cazador.

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