Los astados del hierro sevillano de Buenavista dieron al trasto con los esfuerzos de lucimiento de los toreros. Aunque lo más triste de la tarde de ayer fue la poca repercusión que el interesante cartel de ayer tuvo en la ciudad de Córdoba.
Sólo media plaza para contemplar una terna de lo más rematada. Morante y Luque venían de triunfar días antes en San Isidro, y Perera había sido el triunfador absoluto de la pasada temporada. Un cartel que ojalá se repita en otras plazas pero con un ganado de mayores garantías.
Morante había congregado a numerosos partidarios que venían a ver si el genio de La Puebla del Río toreaba con el capote de manera similar, al menos, a como lo había hecho en Madrid el pasado 21 de mayo. Los milagros no se repiten todos los días, y sólo dejó destellos en la lidia del 4º. Saludó a pies juntos y quitó por verónicas, siendo las medias de remate los lances de mayor belleza.
Esperó con la muleta sentado en el estribo para enjaretar unos ayudaos por alto con sabor añejo. Una monumental trincherilla acabó con la escasa fuerza del burel. Intentó el lucimiento Morante en todo momento pero la falta de casta, de fuerza y de clase de sus oponentes impidió cualquier signo de continuidad. Sólo fogonazos preñados de sabor y torería que hacen que su Tauromaquia no tenga parangón.
Miguel Ángel Perera atacó demasiado a su primero en los primeros compases de faena que terminaron de rajar al manso de Buenavista. Lo avisó hasta tres veces por el izquierdo y ahí estuvo torpe el extremeño al dejarse pegar la voltereta. Terminó su trasteo con unas ajustadas manoletinas, una de ellas de infarto, y tras tirarse como una vela a matar logró cortar una oreja, a la postre, la única de la tarde.
El 5º no valía nada, desclasado, con la cara alta, sólo pudo darse el arrimón.
Daniel Luque venía de dar un aldabonazo fuerte en Las Ventas, jugó bien los brazos a la verónica en el 3º. Dejó su impronta de figura, cuando tras mimar al toro en el inicio de faena y se negó a embestir, se pegó un auténtico arrimón dejando constancia del valor que atesora. Intentó pasarse al toro, sin ayuda, cambiando la muleta de derecha a izquierda sin enmendarse pero los derrotes del toro impidieron que tuviera la limpieza que sí tuvo en Madrid esta inusual suerte.
Con el 6º, un remiendo de Albarreal, poco puedo hacer el de Gerena. Se montó encima como se suele decir en el argot. Mató mal y eso le privó de que pudiera pasear algún trofeo.
Sólo media plaza para contemplar una terna de lo más rematada. Morante y Luque venían de triunfar días antes en San Isidro, y Perera había sido el triunfador absoluto de la pasada temporada. Un cartel que ojalá se repita en otras plazas pero con un ganado de mayores garantías.
Morante había congregado a numerosos partidarios que venían a ver si el genio de La Puebla del Río toreaba con el capote de manera similar, al menos, a como lo había hecho en Madrid el pasado 21 de mayo. Los milagros no se repiten todos los días, y sólo dejó destellos en la lidia del 4º. Saludó a pies juntos y quitó por verónicas, siendo las medias de remate los lances de mayor belleza.
Esperó con la muleta sentado en el estribo para enjaretar unos ayudaos por alto con sabor añejo. Una monumental trincherilla acabó con la escasa fuerza del burel. Intentó el lucimiento Morante en todo momento pero la falta de casta, de fuerza y de clase de sus oponentes impidió cualquier signo de continuidad. Sólo fogonazos preñados de sabor y torería que hacen que su Tauromaquia no tenga parangón.
Miguel Ángel Perera atacó demasiado a su primero en los primeros compases de faena que terminaron de rajar al manso de Buenavista. Lo avisó hasta tres veces por el izquierdo y ahí estuvo torpe el extremeño al dejarse pegar la voltereta. Terminó su trasteo con unas ajustadas manoletinas, una de ellas de infarto, y tras tirarse como una vela a matar logró cortar una oreja, a la postre, la única de la tarde.
El 5º no valía nada, desclasado, con la cara alta, sólo pudo darse el arrimón.
Daniel Luque venía de dar un aldabonazo fuerte en Las Ventas, jugó bien los brazos a la verónica en el 3º. Dejó su impronta de figura, cuando tras mimar al toro en el inicio de faena y se negó a embestir, se pegó un auténtico arrimón dejando constancia del valor que atesora. Intentó pasarse al toro, sin ayuda, cambiando la muleta de derecha a izquierda sin enmendarse pero los derrotes del toro impidieron que tuviera la limpieza que sí tuvo en Madrid esta inusual suerte.
Con el 6º, un remiendo de Albarreal, poco puedo hacer el de Gerena. Se montó encima como se suele decir en el argot. Mató mal y eso le privó de que pudiera pasear algún trofeo.
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